jueves, 26 de septiembre de 2013

Mentirosa, falsa, engañadora, disimulada, asquerosa...

¡Hola, obispo!
Acabo de participar de la búsqueda del Espíritu Santo. ¡AHHH! ¡QUÉ DÍA!
Hoy puedo afirmar y tener la certeza de la concretización del recibimiento del Espíritu Santo en mi vida. Fue como usted preguntó durante la programación: "¿USTED TIENE IDEA DE LO QUE ES TENER EL ESPÍRITU SANTO DE DIOS DENTRO SUYO?"
Verdaderamente, obispo, yo no tenía idea. Aunque afirmase que ya Lo había recibido.
Mentirosa, falsa, engañadora, disimulada, asquerosa y peor todavía... Era así como me sentía realmente desde ayer a la noche. ¿Cómo pude haber dicho que tenía dentro mío el Espíritu del propio Dios y haber estado haciendo la Obra de Dios como obrera, si mi vida, hasta entonces, no presentaba el perfil de vida de una persona que nació de Dios?
Entonces, decidí "echar por tierra" el tiempo – el tiempo de iglesia y el tiempo en que estuve en la Obra.
Ayer, durante la búsqueda tuve un verdadero encuentro con el Salvador de mi alma, y hoy fui agraciada con el bautismo con el Espíritu Santo.
Sinceramente, yo pensaba que para mí no había más salida y que Dios ya ni me quería más.
Ayer mismo fui a trabajar de obrera, pero estaba definida: algo iba a hacer o algo iba a pasar conmigo. Fue entonces que, ayer a la noche, el pastor de mi región habló de una forma bien incisiva con los obreros: "Obrero, si usted está aquí oyéndome, aún hay salida para usted. Pero es preciso que reconozca su situación espiritual en este momento y sea sincero consigo mismo".
Obispo, yo siempre vi a Dios hablando a través de la boca de ese pastor, pero ayer yo no percibí a Dios hablando, sin embargo, era como si Él estuviese ‘gritándome’. Después de eso, yo hablaba y repetía varias veces para mí misma. ESTA ES MI ÚLTIMA CHANCE. Y, SINCERAMENTE, YO NO TENGO MÁS NADA QUE PERDER, porque no tenía conmigo el bien más precioso, que es el Espíritu de Dios, por lo tanto, no tenía la certeza de mi salvación.
Realmente, yo era aquella dracma perdida dentro de la Iglesia - y con uniforme de obrera.
Era aquella obrera que "servía para todo", correcta, de Dios. Sólo de pensar en eso, una indignación se enciende y se estremece dentro de mí.
Mi Dios - ahora puedo llamarlo Mi Dios-, ¿Cómo pudiste haber sido tan, tan, tan misericordioso conmigo? Hace cuánto tiempo Te servía sin conocerte.
Alabo y agradezco a Dios por ese privilegio y por haber tenido tanta misericordia hacia mí. Ahora quiero ser para Dios lo que nunca fui, 100%. E ir con toda la fuerza contra el diablo para deshacer sus obras.
Obispo, hoy mismo iré a hablar con mi regional para agradecerle y confesarle lo que nunca había dicho. ¿Qué pasará? No lo sé. Y de aquí en adelante no me compete más a mí saber o planear eso. Porque esta vida no es más mía, sino de Dios. Y ahora sí está 100% en Sus manos.
¡Gracias, obispo! Que Dios lo bendiga y continúe usándolo de manera grandiosa para ayudar a aquellos que (así como yo estaba perdida, dentro de la propia iglesia) están dispuestos a entregarse TOTALMENTE a Dios y tenerlo como el único Señor y Salvador de sus almas.
Indianne Pinheiro

No hay comentarios.:

Publicar un comentario