La palabra santo significa separado para Dios. ¿Pero cómo podemos mantenernos consagrados al Señor, en un mundo repleto de corrupción y pecado? La santidad está dentro de nosotros; sin un corazón santo es imposible vivir en santidad. Quien vive en santidad no se esfuerza para practicar el bien y la justicia, esto es algo natural.
La persona que tiene su vida consagrada a Dios huye del pecado, de los chusmeríos, los grupitos, en fin, de todo aquello que pueda interferir en su comunión con Dios.
Si eres puro, verás todo con pureza, si tu corazón es impuro serás extremadamente desconfiada y verás todo con malicia.
Santificarse cada día significa llevar una vida de acuerdo con la voluntad de Dios, apartándose del pecado y sometiendo nuestra mente al Espíritu Santo.
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