lunes, 2 de diciembre de 2013

"Escogida para el Altar"

CAPÍTULO 4/ TERCERA PARTE
ESPERANDO EN DIOS

Esperar confiadamente en Dios es la mejor decisión que se puede tomar, pero a veces la ansiedad y el miedo de quedarse sola impiden que la joven alcance su bendición.
Vamos a meditar en la historia de Rebeca, para ver como Dios mueve su mano para bendecir a aquellos que esperan en Él.
El siervo de Abraham tenía una misión complicada, encontrar una esposa para Isaac, un joven rico, único heredero de su padre, resultado de una promesa de Dios.
Las exigencias eran que la futura esposa debería ser una mujer de la misma fe, incluyendo en esto cualidades como: trabajadora, fuerte, piadosa y con un corazón dispuesto a servir. Rebeca era una mujer soltera encantadora y tenía muchas cualidades que llamaban la atención de Dios.
Ella era virgen, se mantenía pura esperando al hombre que Dios le había preparado, pero eso no la convertía en una mujer amargada, ni tampoco andaba llorando por los rincones, ni insinuándoseles a los hombres. Al contrario, era dedicada, hospitalaria, dispuesta y le gustaba servir a todos, aún a los desconocidos.
El día de la bendición de Rebeca estaba cerca, sin embargo debía pasar por una prueba de fuego. Ella no sabía nada, pero su actitud haría la diferencia y llegaría el momento de cosechar todo lo que había sembrado.
Llegando el criado de Abraham, Eliezer, avanzado en edad y cansado del largo viaje, le pidió agua a Rebeca, que como siempre llena de gracia y dispuesta, enseguida le dio agua a él y a sus camellos. Esto, una vez más, reveló el corazón de sierva que poseía y con esa actitud alcanzó la bendición. Vea el detalle: ella no lo sirvió con doble intención, pues no sabía quién era él ni el propósito por el cual había viajado hasta allá. Lo hizo porque tenía la seguridad que eso venía de Dios y su fe la guío a dejar todo e ir al encuentro de su prometido. Sólo me resta decir: “Haz lo que ella hizo”.
¿Pensaste que quizás tu prometido no esté en la misma ciudad que la tuya? Tal vez la persona que Dios eligió para ti viva en otra provincia o incluso en otro país.
Me viene a la memoria una esposa de pastor que tiene una historia muy interesante y se parece mucho a lo que estamos analizando. Ella amaba a Dios y quería servirlo en el Altar, pero el tiempo pasaba y el candidato perfecto para realizar su sueño no aparecía. Año tras año permanecía fiel e íntegra en la presencia de Dios, esperando Su respuesta para la vida sentimental. En otro lugar del mundo había un pastor que estaba pasando por una lucha muy grande, su esposa había muerto y él estaba solo nuevamente, en el Altar, necesitando una esposa de Dios. Ya te imaginas lo que sucedió ¿no? Dios se acordó de ella, y entonces fueron presentados y más tarde se casaron. Dejó su país, su familia, y hace la obra de Dios al lado del hombre de Dios que ella supo esperar.
¿Estás desanimada porque no ves a nadie que pueda ser tu otra mitad? Confía en Dios, pues Él hace cosas sorprendentes.
¿Pero qué estás haciendo para alcanzar tu bendición sentimental?
Analiza tus actitudes, estas marcarán la diferencia. Vamos a meditar en las siguientes cosas:
• ¿Estás buscando un marido que sea de Dios actuando como una mujer del mundo, o intentas adquirir cualidades como las que poseía Receba para atraer aun hombre de Dios?
• Nunca llames la atención exageradamente, queriendo seducir con la mirada o exhibiendo tu cuerpo. Se discreta y llena de gracia.
• Si tu corazón está ansioso y desesperado es probable que te hayas precipitado tomando actitudes y que estés equivocándote constantemente.
• Tal vez estés preocupándote mucho con la belleza, para conseguir un marido, pero no puedes olvidarte que lo más importante es el carácter, la comunión con Dios. El hombre de Dios necesita una mujer de Dios y no apenas un rostro bonito.
• Muchas se impacientan al ver que no aparece el hombre de Dios que será su otra mitad. Se desesperan y abandonan su sueño de servir a Dios en el Altar casándose con un hombre incrédulo. Eso sólo traerá infelicidad y sufrimiento para tu vida. Mucho cuidado a la hora de elegir. Lo mejor es dejar que Dios elija por nosotras, ¿no es verdad? El nunca falla.
• Si tu sueño es servir a Dios en el Altar, entonces cuida de su pueblo, ama las almas, ten intimidad con Dios y el cuidará de ti.
• Sé sincera, nunca hagas cosas con segundas intenciones, para llamar la atención o recibir algo a cambio. Haz las cosas de verdad, porque tienes un corazón dispuesto a servir; recuerda que Dios conoce la intención de nuestro corazón.
Saber esperar es el camino de aquellos que depositan su confianza en Dios. ¿Te acuerdas que mencioné el caso de la esposa que salió del Altar porque el marido abandonó a la obra y a ella? Quizás te preguntaste: al final, ¿qué sucedió con ella? Ella siguió firme en su llamado, sirviendo con excelencia a Dios como obrera; cuidando de las almas y esperando en Dios a un siervo verdadero, que tuviese su vida en el Altar y el mismo amor que ella tenía por las almas. Y Dios fue fiel con ella, puso en su camino un gran hombre de Dios; y hoy hacen juntos los que más aman, que es servir en el Altar.

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