jueves, 26 de diciembre de 2013

Nuestra victoria diaria

"Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas..."(2 Corintios 10:4) ¡Todo depende de la visión que uno tiene! Josué tenía una visión negativa acerca de Jericó, pero al levantar sus ojos he aquí que: "... vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano." Mediante este encuentro con el Vencedor, Josué ganó la batalla contra Jericó. ¡Esa fue una verdadera batalla de fe! La táctica del pueblo de Israel simplemente consistió en obedecer la estrategia propuesta por Dios. La manera de luchar de Dios fue, y continúa siendo, totalmente ilógica para los racionalistas. Israel no peleó contra Jericó, sino que cercó al enemigo con la presencia de Dios. El secreto de la victoria fue el conocimiento de Dios, la presencia del Señor, pues ellos llevaban el arca del Señor consigo. A través de la oración, cercando al enemigo con la presencia de Dios, se logra desmoronar su poder. Por el lado de Dios, ya se había logrado todo. La presencia de Dios fue suficiente para la victoria en aquella ocasión, y la misma es suficiente hasta el día de hoy. Ese es el secreto de nuestro de nuestra victoria . ¡Todo está consumado! La victoria es nuestra, y esa convicción nos fortalece en cada batalla que enfrentamos.

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