lunes, 4 de noviembre de 2013

"Escogida para el altar"

CAPÍTULO 2/ 2ª PARTE
AMIGAS PARA SIEMPRE

Cuando llegué a la iglesia, tenía muchas amigan en la escuela, otras que vivían cerca de casa y otras de la infancia. Con el pasar del tiempo me di cuenta que nuestros pensamientos se volvieron muy diferentes, mis deseos ya no eran los mismos que los de ellas. Nuestras charlas ya no estaban de acuerdo con mi fe, los deseos tampoco y mucho menos los planes para el futuro. Lo que yo decía no les interesaba y lo mismo sucedía cuando ellas me hablaban.
Yo las quería, pero había algo diferente, no lograba tener placer en hacer lo que hacíamos siempre. Pasar horas juntas ya no me gustaba, y salir a pasear un domingo en lugar de ir a la iglesia, ¡ni pensarlo!
Debido a esto, tuve que tomar una decisión. Continuaba teniéndolas como mis mejores amigas, haciendo de todo para agradarlas o elegía agradar a mi Dios y empezaba a relacionarme con personas de mi misma fe.
Fue así que comencé a buscar en la iglesia nuevas amistades. Como quería ser obrera, me juntaba con las chicas del grupo de evangelización e intentaba aprender todo lo que podía, para crecer espiritualmente, ya que ellas también querían servir a Dios. Por este motivo, podíamos compartir nuestros sueños, nuestra fe, hablar de temas espirituales que nos edificaban, y ayudarnos unas a otras.
Hay momentos en que tienes el deseo de servir al Señor o de ser una mujer de Dios, pero te juntas con personas que no tienen la misma visión, y que incluso te critican, te hacen dudar, te incentivan a hacer las cosas mal; es decir, ellas no suman nada a tu vida espiritual. Así continuas dividida y tal vez bajo la influencia de una persona que no cree en tu Dios, que no comparte tu fe y cuyo pensamiento está en la cosas de este mundo.
Elige tus amistades con sabiduría. Ellas son hermosas cuando nos bendicen, y no cuando nos destruyen.
Aun dentro de la iglesia, observa quienes son tus amigas realmente, pues infelizmente adentro de la propia iglesia existen personas que son una mala influencia, ya que no son espirituales y contaminan a aquellos que de verdad quieren servir y agradar a Dios.
“¡Ay, gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Todo aquel que quiera ser amigo del mundo, se declara enemigo de Dios”. Santiago 4:4

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