jueves, 7 de noviembre de 2013

"Escogida para el altar"

CAPÍTULO 2/ 3ª PARTE
REMANDO CONTRA LA CORRIENTE

Cuando Dios me eligió para servirlo en el Altar, yo era joven e inexperta, pero estaba segura de una cosa: Dios estaba conmigo, quería ganar almas y ser usada por Él. En aquel momento mi corazón se alegró mucho, pues el deseo de servirlo era mi prioridad.
Para mi familia fue una sorpresa, ellos nos esperaban tal noticia, es más, creo que nunca imaginaron esa posibilidad. Recuerdo que en esa época nadie me apoyó. Mis padres y mi hermana no podían concebir la idea de que me fuera a un lugar lejano, distanciándome de ellos; cosa que finalmente sucedió.
La única palabra que me hubiese gustado recibir en ese momento eran: “Ve con Dios, mi hija, te doy mi bendición”. Sin embargo, todo el tiempo escuche: “No te vayas, quédate con nosotros”. Entiendo que era por amor, porque siempre fuimos muy apegados, pero en ese momento lo que necesitaba era el apoyo y la aprobación de mi familia, para que mi alegría fuese completa.
Después de muchas lágrimas, se dieron cuenta que mi decisión estaba tomada y no había vuelta a atrás. No dude siquiera por un minuto, iría a donde Dios me mandase. Con el pasar del tiempo, ellos comprendieron mi elección, gracias a Dios.
Existen momentos en nuestra vida, que debemos tomar una decisión. Y generalmente esta elección estará relacionada a nuestros sentimientos, por ejemplo, con la familia, les aseguro que la batalla interior es dolorosa. Nunca es fácil cuando debemos elegir entre cosas que amamos. Pero cuando Dios es el primero en nuestra vida, sabemos qué hacer y Él nos da la fuerza necesaria para seguir, nos envuelve con su gran amor que llena cualquier necesidad de nuestra alma.
Es mucho más fácil actuar cuando todo esta a nuestro favor, cuanto todos de apoyan, te comprenden, ¿pero cuando no hay nadie de tu lado?
¿Sigues firme en tu fe, en tu llamado, o dudas? ¿Actúas y sigues adelante o retrocedes?
Cuando estamos seguros de nuestra fe, de nuestro llamado, seguimos la voz de Dios, aunque el mundo esté en contra y no acepten nuestra decisión, no importa, porque el llamado de Dios es tan fuerte que mueve toda nuestra vida en función de servirlo.
La joven que tiene un vínculo muy fuerte con sus padres y no consigue independizarse, nunca tendrá el coraje de dejar a su familia para servir a Dios.
Tengo una amiga que siempre fue muy apegada a sus padres y a su familia; es la única mujer. Los padres la educaron e incentivaron para que tenga una carrera, una profesión; esta era su meta, su sueño. Hasta que la familia llegó a la iglesia y ella tuvo un encuentro con Dios.
A partir de ahí todo cambió, su sueño pasó a ser el Altar y su meta ganar almas para Dios. Los conflictos con su familia fueron inevitables, y todo empeoró cuando siguió el llamado de Dios y decidió servirlo en el Altar.
Sus padres abandonaron la iglesia, ella igual permaneció sola en la fe. La familia no fue a su casamiento; el día que uno sueña que sea de los más lindos en la vida, llegando al altar del brazo del padre y que la madre la ayude con el vestido, ella lo vivió sola. Pero el amor que ella tenía por Dios y por las almas no le permitió mirar para atrás. Ella siguió firme, y su vida continuó en el Altar de Dios, sin vacilar en ningún momento, porque sabía que la familia no podría darle lo que Dios le daba. Ella los amaba, pero Dios estaba en primer lugar.
Los años pasaron y Dios fue fiel con ella, convirtiendo a sus padres y haciendo de ellos personas de Dios, los cuales hoy están felices de que ella este sirviendo a Dios en el Altar. Si nos mantenemos fieles a Su llamado, el también será fiel para con los que lo sirven.
Ten en cuenta que el llamado de Dios es algo íntimo y personal, este es dirigido hacia ti y no a tu familia; debido a esto es natural que la misma no lo comprenda, no te apoye y tenga otros planes para ti. En este momento toma protagonismo la fe y el coraje: tienes la convicción de que Dios va cuidar de todo y no tienes miedo, porque estás segura de que eres una elegida.
Piensen en esto, amigas lectoras, no siempre la corriente estará a favor, pero todas tendrán que tener coraje para remar contra la corriente.
“Cualquiera que, por causa de mi nombre, haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, mujer, hijos, o tierras, recibirá cien veces más, y también heredará la vida eterna” Mateo 19:29

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