lunes, 25 de noviembre de 2013

"Escogida para el Altar"


CAPITULO 4/ 1° PARTE
ME GUSTA EL PR AUXILIAR ! 

Eso sucede a menudo, la obrera se enamora del pastor auxiliar y quiere casarse con él de cualquier manera.
Pero existe un pequeño problema, no tiene un llamado para el altar, pero no está pensando en eso, ella ahora quiere estar con la persona que ama, sin preocuparse por nada más.
Casarse con un pastor no es lo mismo que casarse con un abogado o un maestro. El hombre de Dios necesita una mujer de Dios a su lado, que también tenga el llamado de Dios para el altar y que esté dispuesta a renunciar a su propia vida. De lo contrario, ella no puede ser feliz, ni tampoco hacerlo feliz, pues aunque lo ame, estará en un ambiente extraño para ella y acabará frustrada en la obra de Dios.
El pastor piensa en la obra de Dios, en cómo ayudar a la gente, qué más puede hacer por el pueblo. Si ella no tiene la misma visión, va a pensar en sus propios placeres, en salir, distraerse, en ocupar el tiempo con sus amigas, porque en realidad, no siente placer en las cosas de Dios y la obra se vuelve para ella una carga, algo aburrido. Esto se debe a que ella fue para el Altar por amor al hombre, al pastor que es el marido de ella, y no por amor a las almas. Debido a esto ella no va a crecer en su trabajo, y lo que es peor, por ser ambos una sola carne, el pastor tendrá un ministerio desequilibrado porque su otra mitad, aunque físicamente esté en el Altar, en espíritu y en verdad no estará.
Me acuerdo de una joven que se casó con un pastor; al principio todo indicaba que ella reunía las cualidades para estar en el Altar. El tiempo pasó, y entre los dos apareció un abismo. Él por un lado, en el Altar, ayudando a las personas sufridas; ella por otro, cultivando amistades en el mundo, en las páginas de internet, buscando una vida social. Quería diversión, el mundo a sus ojos brillaba de tal manera que decidió dejar a su marido y fue a “disfrutar” la vida. Lo más triste de esto es que durante los años que estuvo al lado de él, la obra de Dios fue perjudicada y ese pastor también.
Recuerde que 1+1 es 2, pero 1-1 es 0, o sea nada; así también es el hombre de Dios con la mujer que tiene a su lado.
Así que, sé sincera. Si no quieres servir en el Altar, no puedes casarte con un pastor, pues la obra de Dios no se puede realizar de manera forzada, ella es de máxima responsabilidad. No sería justo destruir el ministerio del hombre de Dios ni mucho menos hacerle creer que eres la persona correcta para él, su complemento para seguir adelante, cuando en realidad no compartes el mismo sueño de ganar almas, ni tienes el menor placer en servir a Dios.
Al comienzo todo estará bien porque estarás apasionada, lo que es completamente normal en el mundo: una mujer se enamora de un hombre. Pero presta atención: ¡hombre de Dios! ¿Prestaste atención? Existe un complemento: hombre + Dios, es un hombre diferente, el cual vive para Dios. Por encima del amor que le pueda tener a su esposa, esta el amor hacia Dios, Él es el primero. Así como en el mundo el hombre y la mujer se complementan, en el Altar sucede lo mismo: hombre de Dios + mujer de Dios, se unen porque aman a Dios y las cosas de Él por encima de todo.
“Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría.” Salmo 51:6 

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