jueves, 14 de noviembre de 2013

"Escogida para el Altar"

Capítulo 2/ 4ª parte
LA VANIDAD ES PARTE DE LA MUJER PERO AQUELLA QUE ES DE DIOS ES EQUILIBRADA ,Y NO VIVE DE APARIENCIA 

NEW YORK,MILÁN,PARÍS 
A todas las mujeres nos gusta arreglarnos, estar lindas y a la moda.
No podemos negar que el mundo nos motiva a eso y que la apariencia cuenta mucho en los días de hoy, tal vez más que el talento o la capacidad de las personas.
Esta es la sociedad en la que vivimos, donde las personas valen más por lo que aparentan que por lo que son; y es a partir de esto que muchos se perdieron, como es el caso de jóvenes que ponen su salud en riesgo con dietas estrictas, al punto de llegar a la desnutrición. Una sociedad donde la competencia por ser la más linda, la mejor vestida, la más fashion, vale cualquier precio; llevando a muchas personas a un profundo estado de depresión.
En la televisión, en las revistas, en los diarios…nunca se habló tanto de moda, dietas, cirugías plásticas como en la actualidad.
Incluso podríamos afirmar que es una epidemia; son cientos de productos de belleza, cremas, marcas, locales. El mercado tiene una amplia variedad para elegir. No es que sea malo el hecho de que la mujer quiera estar bien físicamente y cuidarse, el problema está en el desequilibrio, en la obsesión.
La joven que tiene el sueño de ser esposa de un pastor debe saber que sus prioridades no son estas. Ella debe tener la conciencia de que renunció a todo y no puede depender o vivir en función de sí misma.
Puede pasar que a tu marido lo envíen a predicar la Palabra de Dios a un lugar más pobre, en el cual no tendrás la condición para comprar ropas siempre, ni mucho menos ropas de marca. Entonces si estás muy obsesionada con la moda, tu corazón se va a entristecer.
Ver vidrieras con cosas lindas, con cosas que tal vez antes de entrar en la Obra tendrías condición de comprar, pero que ahora no puedes. Esto puede provocar un cierto vacío e insatisfacción al punto de generar dentro de ella un enojo y frustración.
Claro que esto sucede cuando la persona no está mirando para las almas, sino para su propia vida.
Entonces, es bueno que sepas que, si quieres servir a Dios en el Altar, no podrás estar siempre a la moda, ni comprando cosas. Tal vez no puedas pagar un gimnasio todos los meses, mucho menos hacerte una cirugía plástica. Pero serás una mujer muy linda e interesante si te preocupas más con tu interior que con tu propio cuerpo; buscando siempre cuidar tu comunión con Dios, pues la más linda para Él es aquella que se preocupa con su interior y busca agradarlo en todo, esforzándose por exhalar el perfume de Jesús.
Ya debes haber visto que existen mujeres que no son muy lindas, pero que tienen éxito en su matrimonio, sus maridos las aman mucho, mientras que hay otras que son lindas y maravillosas pero que no pueden ser felices en la vida sentimental; no pueden afianzar una relación. Es por esto que les digo que la apariencia no es todo.
No me mal interpreten, con esto no quiero decir que no debes higienizarte correctamente, hacer una dieta si fuese necesario, andar mal vestida, comer cualquier cosa y no hacer ejercicios físicos. ¡No! Nuestra obligación es cuidar nuestro cuerpo y nuestra salud, porque somos templo del Espíritu Santo. Lo que quiero decir es que no puedes vivir en función de la moda, querer todo, no pagar tus compromisos por comprar una ropa cara y de marca.
La vanidad hace parte de la mujer, pero aquella que es de Dios es equilibrada y no vive basada en su apariencia.
Cuando somos extremadamente vanidosas y preocupadas con la apariencia, nos volvemos obsesivas, y la belleza física toma más importancia que la espiritual. ¿Ya viste un frasco de perfume tan lindo que sólo de mirarlo dan ganar de comprarlo, pero que al sentir la fragancia desistes automáticamente?
Es así, amiga lectora, debes ser linda por fuera pero tu mayor belleza debe ser la que posees dentro. La verdadera esencia de la mujer está en tu interior.
“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;La mujer que teme al Señor, ésa será alabada. Proverbios 31:30

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